Mirada Clínica

Ayudar a mejorar, interés de todos.

domingo, 28 de febrero de 2010

Tuberculosis: la plaga blanca de siglos anteriores en nuestra época.

Persiste el afán de reconocer la tuberculosis (TB) como un mal crítico mientras
la biología y la inmunología seguirán dando buena cuenta al explicarnos cómo y porqué sigue siendo tan interesante esta enfermedad.

Nuevas preguntas surgen a nivel celular, molecular y genético. La visual en el horizonte terapéutico continúa buscando esa vacuna ideal y eficaz que aún no llega; mientras, se mantiene el énfasis en lo importante de la conducta humana y social frente al flagelo; se pide revisar el nuevo arsenal terapéutico para rellenar la cantimplora actual con más posibilidades frente a XDR-TB (resistencia extrema); y ésta anda ya sobrepasando con rapidez la capacidad de respuesta en algunas regiones globales, casi eliminando el temor que causó en su momento la presencia de MRD-TB (multiresistencia) y reemplazándolo por la desesperanza de una muerte casi segura.

En fin, no hay que abandonar el seguir de cerca a esta enfermedad previamente declarada por la WHO/OMS como de interés mundial. Nos toca adentrarnos como ciudadanos globales que somos en la propia solución local, adhiriéndonos a alguna propuesta o proponiéndo otra nueva.

Algo para ver:
The Forgotten Plague (2008). Articulo en Time.

Killer Disease - Person of the Year 2008. Articulo en Time.

Sir John Crofton (2009) (responsable de la combinación de drogas usadas hoy dia para la TB). Articulo en Time.

Informe de WHO [Global tuberculosis control: a short update to the 2009 report], y el resumen en español de este informe: los 28 puntos fundamentales.

Imágenes en video, de James Nachtwey: Spread the history. Stop the disease. Impacta y no pierde vigencia (2008).

martes, 2 de septiembre de 2008

Los 15 minutos de consulta, la calidad de la atención en salud, o el genuino interés por el otro.

Sobre la atención al paciente: El interés por el otro


Tres historias, en tres entornos distintos: el campo, la ciudad y la selva. En común, la confianza del enfermo frente al actuar del cuidador de salud correspondiente. Y la presencia de escalas o niveles de credibilidad, unas en ascenso, otras con decepción incluida, según el caso. Pero todas con la relación prestador-paciente activa, dispuesta a generar respuestas en uno u otro sentido. Y dentro de esta relación, vemos un paciente siempre con la misma actitud de esperanza, junto a la presencia de un tiempo variable que teóricamente afectaría el resultado por estar en relación directa con la evidencia durante la prestación del servicio, de intereses distintos por parte del prestador.


Para cualquier paciente, el riesgo de empeorar, morir o mejorar siempre estará allí, omnipresente ante la enfermedad. Para hacer frente a ésto, socialmente se ha designado un curador-cuidador a donde acudir, cuyas funciones se espera sean las mas correctas moral y eticamente frente a cada potencial interacción bidireccional con el paciente y su familia.


Se critica frente a ello lo atrevido que llega a ser el alcance de la medicina curativa en cualquiera de sus formas - tradicional, alternativa o alopática-; y se asimila el fracaso diagnóstico como un error reiterado muchas veces inevitable por lo complicado de la situación; se evidencia la permanente interposición de intereses de lucro, el desconocimiento de límites, la mala praxis, la falta de adecuada retroalimentación, y un muy poco genuino interés de parte del prestador, por el dolor ajeno. Podemos decir que en general se ve afectada cualquier intervención curativa por la condición humana de quien subvalora y comercializa a aquel que le busca.


Entonces no basta con mirar quién tiene más tiempo para escuchar al paciente, puesto que si no se tiene el aprestamiento, no se desea usar el conocimiento, se desconocen los límites y la experiencia, se subvaloran los riesgos y se minimiza el valor del propio ser humano, esos quince, veinte, sesenta o más minutos dedicados a la consulta en particular se tornarán en un portal a lo atrevido, a lo muy osado, a la explotación y al insulto soterrado y categórico, incrementando además cada vez más el riesgo sobre el paciente.


Sabemos ahora que la moda está en hacer un solo diagnóstico -y rápido- en cada consulta, pues alguien cayó en la cuenta de que el paciente solo viene para ello: por una sola dolencia. Aparentemente sólo consulta para satisfacer su propia necesidad de mejorar en ese aspecto.


Pero qué acaso la medicina no es integral? El tiempo para la entrevista es importante, pero también lo es para el examen fisico orientado por los resultados de aquella, y para discernir las estrategias y planificar en conjunto. En otras palabras, los minutos de conversación y examen bien explotados serán de utilidad para llegar a un plan diagnóstico y a la consecuente terapéutica más adecuada al caso particular.


Por ello, tal vez no exista un tiempo ideal por el cual pelear para lograr una consulta en términos de calidad, pues lo permisivo o restrictivo de cada minuto asignado depende del conocimiento y confianza obtenidos por los actores en aquella relación médico-paciente casi olvidada, de la existencia de mutuo contacto en al menos una consulta previa, del aprestamiento de las partes para que una sea la explorada y la otra quien explore sin límites, de la agilidad física y destreza mental derivadas de la propia condición del paciente que consulta, del frío interés institucional siempre omnipresente, y hasta de quien hace la consulta y del lugar donde se realiza tal práctica -que generan soterrados condicionamientos culturales, sociales y económicos-.


Seamos claros: las discusiones se quedaron en el costo-minuto de atención, en el nivel de accesibilidad, la calidad como metodología, y el grado de acercamiento posible entre prestador-paciente y el conocimiento inmerso -bien sea este tradicional o técnico-científico, formalmente estructurado o más bien empírico-.


Sin embargo, dónde queda la escala de valoración de aquel ser humano que hoy solicita nuestra atención? Estamos olvidando prepararnos en lo esencial, en fortalecer la voluntad de atender, el interés genuino por curar y el respeto al prójimo! Acaso éstos elementos vienen "innatos" en el individuo, provienen "de familia" y solo hay que facilitar su expresión social? O por el contrario habrá que generar dinámicas especiales donde el prestador sea un verdadero individuo, con interés social activo para dejar muy poco al azar o la suerte, o al mismo Dios.


Fallas en selección de personal? Sistemas demasiado rígidos para permitirnos interactuar mejor? Sistemas de calidad aún mal estructurados? O más bien ausencia de prestadores que sean verdaderas personas con interés por el otro...


OttoJ.

domingo, 24 de diciembre de 2006

Programa Canguro, parte ambulatoria.
Dónde intervenir?

El "programa madre canguro" -aquel que intenta dar una mayor oportunidad de vida con mejor calidad al recién nacido pretérmino involucrando a la madre, padre o cuidador del menor como "incubadora natural", y al equipo especializado de salud-, es necesariamente de predominio institucional? o realmente se convierte en un requisito necesario replantearlo para que pueda extenderse de nuestra ciudades al area rural? Cómo sería esto?.


1. Panorama actual


(A) En nuestras instituciones, y en virtud del sistema de salud, el plan canguro se presenta como una alternativa para continuar el cuidado con bajo costo -ambulatorio- del menor pretérmino que ha logrado alcanzar intrahospitalariamente una meta preestablecida sobre la cual la entidad administradora empieza a cuestionar su estancia, en términos financieros. Esta meta realmente es tan solo un límite de peso que una vez alcanzado, y sin otro parámetro de referencia para evaluar su capacidad real de adaptación, implica su salida institucional para continuar dentro del programa "plan canguro" que teóricamente debe tener disponible toda aseguradora, lo cual fuera de la ciudad que tiene la institución de referencia es casi un imposible.

(B) En la comunidad local, el arraigo de las familias a su terruño es evidente. Las distancias geográficas para muchos -a pesar de lo "cortas" que subjetivamente las veamos-, son reales, los medios de transporte son difíciles de lograr y son esencialmente masivos, implicando un riesgo adicional para el menor; la cobertura de salud es deficiente con recursos limitados, centralizados, y ausencia de un verdadero plan de prevención e intervención para este segmento poblacional.

(C) Es evidente que la situación económica de las familias es otra limitante, así como los servicios que ofrecen las aseguradoras o administradoras de planes de beneficios, cuya cobertura dista mucho de lo deseado por el gobierno. La sola ausencia de especialistas -y experiencia- en kilometros a la redonda, impide en las zonas rurales que exista la consulta que requiere una familia promedio del programa, con dificultades de urgente solución.

D) Por último, la indolencia socio-cultural hacia los niños y menores, tiene un punto crítico en el área de obstetricia y neonatología. Cuántos neonatos pudieron tener un mejor futuro si hubiesen accedido oportunamente estos servicios? Y cuántos de los que sí accedieron, tuvieron la fortuna de contar con un profesional excento de ese vicio social de la indiferencia, o que es víctima frecuente de agotadoras sobre-jornadas laborales, y lograron una atención con calidad?

Es preocupante como en pleno siglo XXI aún subyace en la madre que desea su hijo, la plegaria al altísimo y la encomienda a otros santos, generada más en el temor de la pérdida del neonato que en el arraigo religioso; acaso no refleja la impotencia de una familia que presiente el riesgo, frente al cuidado y los servicios que no pueden serle satisfechos adecuadamente por el sector salud?

Y mientras aquellos oran y sufren con esperanza, en los servicios de neonatos y de urgencias llega la realidad a cuentagotas. Cuántos no alcanzaron a llegar oportunamente y fallecieron o, requiriendo la atención, subsisten en la vereda aquella con secuelas ignoradas producto de una recuperación espontánea?

Quizá la misma impotencia del no poder hacer algo más, de intervenir mas activamente en el momento que identifican como critico (el parto), les obliga a aceptar como única explicación de lo sucedido, una frase similar a la antiquísima "está en manos de Dios..." o "que sea lo que Dios quiera..."

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DE INTERÉS ADICIONAL: Apuntes sobre el IMI
AQUÍ y sobre el programa madre canguro, en ESTE LINK.

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(2) Próxima: cómo se trabaja actualmente el programa? Cual es el equipo? Donde se ubica el centro de actividades?
Y más adelante: De que manera se irá a suplir la ausencia del especialista neonatólogo o pediatra, y en general del equipo que le acompaña en su programa, si solo se plantea su presencia para el trabajo intrahospitalario? Como enfrenta la comunidad este dilema? Qué alternativas vemos?